En esta vida hay cosas que se saben de antemano.
Bien por paranoia, bien por infalible intuición se saben. Es irracional.
Si tenemos razón o no, posiblemente nunca lo sabremos con certeza porque nos negaremos a hacer X o repetiremos la misma pauta de conducta loca de forma sistemática por muy lógico-comprensible-normal que a cualquier otro ser le resulte aquello que evitamos.
Pero no citaré miedos y manías concretos. Me quedo con el odio casi patológico que siento hacia esto, me entran arcadas y escalofríos a la vez.
En mi defensa añadiré que es tan fea FEA!
Mi lado irracional asegura que si me obligaran a tomar asiento en ella me entraría urticaria y no se me iría en mucho tiempo.
Mi lado racional también tiene argumentos contra su fatal unión de estilos degradados:
Por si alguien apartó la mirada y no se fijó lo suficiente destaco que podemos apreciar en ella unas patas delanteras bastas y horribles en contraposición de unas patas traseras curvadas como si de un klismos griego se tratase. Figuras talladas imitando motivos egipcios incrustados por todas partes: en el respaldo, sujetando los finitos finitos brazos, en su parte más alta como si fueran agujas de las catedrales góticas!
Ole por esa madera pintada de negro y esos remaches doraos.
Seguro que a Napoleón le habría encantado la cenefita en plan hojas de laurel, pena que no la viera, seguro que pujaría por ella en Ebay.
El dorado es barroco o egipcio, quién sabe? ( Thomas Hope/ Hopes lo sabía seguro, y me gustaría preguntarle muchas cosas; de hecho estoy francamente desilusionada ya que me esperaba que el tapizado fuera de terciopelo rojo, en la fotocopia no se veía bien).
[Con un comentario de texto así ya puedo ir cambiando de carrera.] Que Aalto nos asista.
Al fin y al cabo, no es tan irracional.