La espera se hace eterna en estas sillas (aun siendo cómodas, he de destacar).
Los dentistas son seres malvados que además de hacer lo que les da la gana con nuestros valiosos dientes también juegan con nuestros sentimientos. Es más, les encanta.
Llevo yendo al dentista semana tras semana durante un mes y todavía no han conseguido que mi nueva muela sea digna de ocupar mi boca.
Me prometen que la próxima será la última visita, pero yo ya no les creo. Después de cada promesa yo me ilusiono pensando en que podré comer chicle (mascar o cómo se diga).
Quién diría el año pasado que aguantaría sin chicle durante 4 meses y 5 días (más lo que me queda!), yo que era de 2 o 3 chicles mínimos al día!, estoy segura que la industria chicletera habrá notado un descenso en sus beneficios.
Tan sólo quiero comer chicle!
Le plantaría cara al dentista, pero tiene instrumental quirúrgico que hace un ruido sumamente sospechoso (propio de una motosierra que ni de Jack el destripador). Seguro que se ha cargado a más de uno por replicar…
Un sentimiento de odio crece en mí cada vez que piso la sala de espera de la clínica dental (desde donde escribo estas líneas), podría ser a estas alturas mi 3º casa, después de la UPV y de mi casa, claro está (arrebatándole a pulso el puesto al antes 3º: el tranvía).
Me gustaba el azul para las paredes, ahora no se me ocurriría ni en sueños pintar de azul. Me gusta hojear las revistas de decoración y zapatos, ahora antes de pasar la hoja ya sé que modelo es el que continúa. Me pregunto porqué es la 2ª vez que suena en el hilo musical de la sala el disco de Shakira, mis oídos no lo pueden soportar más.
Me tenían que haber llamado hace 27 minutos. La gente a mi alrededor se empieza a desesperar, yo también, pero juego con ventaja, sé que soy la 1ª de la lista, se abre la puerta. Qué alegría al escuchar mi nombre!
………………………………
......
...........................................
En fin, en mi impaciencia he podido desplazar del buen lugar que se merece a mi dentista, un tío majo y profesional sin dudas ( y con cualquier otra cosa que no sea ese uniforme azulado gana bastante, todo hay que decirlo).
…
Sigo sin muela, de la semana que viene “no pasa”. ¬¬
Los dentistas son seres malvados que además de hacer lo que les da la gana con nuestros valiosos dientes también juegan con nuestros sentimientos. Es más, les encanta.
Llevo yendo al dentista semana tras semana durante un mes y todavía no han conseguido que mi nueva muela sea digna de ocupar mi boca.
Me prometen que la próxima será la última visita, pero yo ya no les creo. Después de cada promesa yo me ilusiono pensando en que podré comer chicle (mascar o cómo se diga).
Quién diría el año pasado que aguantaría sin chicle durante 4 meses y 5 días (más lo que me queda!), yo que era de 2 o 3 chicles mínimos al día!, estoy segura que la industria chicletera habrá notado un descenso en sus beneficios.
Tan sólo quiero comer chicle!
Le plantaría cara al dentista, pero tiene instrumental quirúrgico que hace un ruido sumamente sospechoso (propio de una motosierra que ni de Jack el destripador). Seguro que se ha cargado a más de uno por replicar…
Un sentimiento de odio crece en mí cada vez que piso la sala de espera de la clínica dental (desde donde escribo estas líneas), podría ser a estas alturas mi 3º casa, después de la UPV y de mi casa, claro está (arrebatándole a pulso el puesto al antes 3º: el tranvía).
Me gustaba el azul para las paredes, ahora no se me ocurriría ni en sueños pintar de azul. Me gusta hojear las revistas de decoración y zapatos, ahora antes de pasar la hoja ya sé que modelo es el que continúa. Me pregunto porqué es la 2ª vez que suena en el hilo musical de la sala el disco de Shakira, mis oídos no lo pueden soportar más.
Me tenían que haber llamado hace 27 minutos. La gente a mi alrededor se empieza a desesperar, yo también, pero juego con ventaja, sé que soy la 1ª de la lista, se abre la puerta. Qué alegría al escuchar mi nombre!
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En fin, en mi impaciencia he podido desplazar del buen lugar que se merece a mi dentista, un tío majo y profesional sin dudas ( y con cualquier otra cosa que no sea ese uniforme azulado gana bastante, todo hay que decirlo).
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Sigo sin muela, de la semana que viene “no pasa”. ¬¬
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